Lo que el Caso Combs Revela Sobre el Poder, Abuso y Rendición de Cuentas

Combs ahora enfrenta graves cargos federales, que incluyen crimen organizado y tráfico sexual.

Por Cara During, Chief Program Officer

Para muchos, Sean “Diddy” Combs es un magnate de la música, ganador de un Grammy e ícono de la cultura pop. Pero recientemente, su nombre ha acaparado titulares por una razón diferente. Combs ahora enfrenta graves cargos federales, que incluyen crimen organizado y tráfico sexual.

El movimiento #MeToo, fundado por la activista Tarana Burke, ha llamado la atención nacional sobre la naturaleza generalizada del abuso, especialmente entre las personas más marginadas y victimizadas por personas en posiciones de poder. Si bien algunas sobrevivientes han recibido apoyo, muchas más se han enfrentado a dudas, rechazo o ridículo público. Con demasiada frecuencia, las conversaciones se enfocan en la "cultura de la cancelación" y la trayectoria profesional del acusado, en lugar del profundo trauma que sufren las víctimas y el daño social que supone defender un comportamiento abusivo.

Es raro que las personas poderosas acusadas de abuso asuman su responsabilidad. En cambio, a menudo niegan y desvían la atención, mientras que los sobrevivientes se ven obligados a defender su propio carácter. Esta dinámica no se trata solo de celebridades, sino de la cultura que todos moldeamos: una cultura que con demasiada frecuencia culpa a las víctimas en lugar de confrontar a quienes causan daño.

En el caso de Combs, su equipo ha desestimado las acusaciones alegando que las víctimas participaron "voluntariamente" en fiestas sexuales. El consentimiento otorgado bajo miedo, manipulación o control no es un consentimiento verdadero. Varias mujeres, incluida su expareja Cassie Ventura, han denunciado años de abuso financiero, coerción y violencia física. Las víctimas pueden permanecer en relaciones dañinas debido al miedo, la dependencia o el control psicológico. Decir "no" a alguien tan poderoso como Combs puede parecer peligroso, o incluso imposible. Muchas de las acusaciones también involucran a menores, quienes por ley no pueden dar su consentimiento y son inherentemente vulnerables.

Denunciar el abuso nunca es sencillo. Existen barreras emocionales, financieras y de seguridad. Si a esto le sumamos la fama, el escrutinio público y los desequilibrios de poder, se vuelve aún más peligroso. Denunciar requiere una valentía inmensa, especialmente cuando el abusador es alguien querido o influyente.

Todos desempeñamos un papel en la construcción de una sociedad más segura y justa. Una que apoya a las sobrevivientes y responsabiliza a quienes causan daño. Estamos empezando a ver señales de cambio. Las marcas han cortado vínculos con Combs. Se han cancelado proyectos planificados. Estas acciones transmiten un mensaje claro: el abuso no se excusará ni se tolerará. La rendición de cuentas es importante.

Pero un cambio significativo comienza con cada uno de nosotros. Culpar a la víctima a menudo proviene del miedo: la falsa creencia de que, de alguna manera, tendríamos el control si sufrimos abuso. Por lo tanto, nos preguntamos qué vestía la víctima, por qué no se fue o por qué no lo denunció antes, en lugar de la verdadera pregunta: ¿Por qué pensó que estaba bien hacerle daño? El abuso no es causado por las acciones de la víctima. Es causado por las decisiones del abusador.

Una cultura de seguridad y respeto comienza cuando elegimos educarnos sobre la dinámica y los efectos de la violencia interpersonal, practicar y modelar relaciones saludables, responsabilizar a quienes causan daño con cuidado e intención, y escuchar y apoyar a las sobrevivientes.

A cada sobreviviente que lee esto: le creemos. Le apoyamos. No está sola. Su historia importa. El Centro para Empoderamiento y Educación está aquí para ayudarle. Si usted o alguien que conoce necesita apoyo, visite www.thecenterct.org.